Al ser mañana día de exposiciones en el que mi clase vuelve a presentar su puerta regalada, la primera parte del día ha sido dedicada a la preparación de dicha exposición, así como a continuar con el libro de lectura. Uno de los principales "problemas" que nos encontramos en el aula cuando queremos llevar a cabo una actividad como esta en la que necesitamos que las niñas y los niños tengan paciencia y mantengan la atención, es el caso de un niño que es incapaz justamente de mantener la paciencia y la atención. Ante una situación como esta en la que la propia naturaleza del niño le impide lo que entendemos dentro de las normas de clase tener un buen comportamiento, pienso que es inútil regañar de forma continua al niño. Si reconozco que en ocasiones sale de nosotras y nosotros reñir al alumno o alumna por un mal comportamiento, yo misma me he sorprendido al verme regañando a todo el grupo de clase porque no me atendían con un tono de voz elevado (de esto os hablaré en las reflexiones de esta semana), pero además de que siempre debemos buscar otras vías para la resolución de problemas de convivencia en el aula, debemos comprender a las personas y, en cierta medida, adaptarnos a ellas, si bien es cierto que de igual forma hay que guiar al alumnado hacia un comportamiento cívico que le lleve a una buena adaptación dentro de la sociedad, siempre respetando la autenticidad del niño/a. En el caso de hoy, en vez de reñir a este niño indicándole que estaba teniendo un mal comportamiento, opté por darle protagonismo y lo puse como mi ayudante para pasar las diapositivas y estar de pie para ello. Esto tuvo un buen resultado, pues el niño consiguió mantener por intervalos de tiempo mayores la compostura y el estar de pie le permitía mantener la calma y no ser tan inquieto.
Después, en el recreo, hubo un conflicto entre dos niños que conllevó una penalización al niño que agredió y dialogando con él en busca de que comprendiese que si estaba siendo molestado debía intentar, en primer lugar, resolver la situación mediante hablando y, si esto no diese resultado, acudir a un docente pero nunca agredir. Me parece interesante que la prioridad dentro de la resoluciones de conflicto del colegio se centre en hacer razonar al que ha cometido el error principal de la disputa.
Después, en el recreo, hubo un conflicto entre dos niños que conllevó una penalización al niño que agredió y dialogando con él en busca de que comprendiese que si estaba siendo molestado debía intentar, en primer lugar, resolver la situación mediante hablando y, si esto no diese resultado, acudir a un docente pero nunca agredir. Me parece interesante que la prioridad dentro de la resoluciones de conflicto del colegio se centre en hacer razonar al que ha cometido el error principal de la disputa.
Tras el recreo siguieron con las rutinas establecidas, practicando béisbol en la hora de educación física y, a última hora, terminando los trabajos propuestos hace dos días sobre las emociones. En este último trabajo debían relatar una situación triste que habían vivido y explicar qué les hizo sentir mejor y qué harían para ayudar a una persona que se encuentra mal. Uno de los niños de la clase, mientras escribía se puso a llorar recordando su momento triste y nos habló a todos y todas sobre ello; esto ayudó a que, por una parte, dicho niño se desahogara y aprendiese a describir lo que su interior siente y, por otro lado, los demás alumnos y alumnas junto con las docentes, conocieron mejor a este niño y aprendieron a enfatizar un poco más con él y con todos/as.
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